El vínculo traumático se da en relaciones donde hay un desequilibrio de poder, una parte de la pareja es quien “lleva los pantalones puestos” y la otra parte es quien sumisamente cumple con las demandas del otrx. Se da en relaciones de violencia y maltrato entre una fase explosiva que es la fase de violencia y la que denominamos fase de “luna de miel” donde el/la victimarix promete que cambiará, vuelve a las conductas románticas, hay regalos, mimos y carantoñas, pero la realidad es que volverán a sucederse estas fases una tras otra, creando una sensación similar a la del Síndrome de Estocolmo.
El vínculo traumático sería similar al Síndrome de Estocolmo pero en el campo de las relaciones sexoafectivas. La víctima expresa sentimientos profundos hacia el/la maltratadxr llegando a creer que su pareja es la única que podrá salvarle, quien le quiere de verdad y quien de verdad se preocupa por el/ella, podríamos hablar de distorsión de la realidad. La persona maltratadora se encargará de mantener la esperanza de que al final todo saldrá bien, que cambiará para amar a su pareja tal como se merece, pero ese momento no llega nunca.
Aun viviendo situaciones de maltrato, la víctima se siente incapaz de dejar a su agresorx, el vínculo de dependencia, la inseguridad en si mismx, la baja autoestima, todo ello causado por el maltrato psicológico, harán sumamente difícil que pueda dejar a su maltratadorx. Llegado el punto donde termina con la relación, el/la victimarix comenzará la fase de acercamiento y reconquista donde mostrará todas sus armas para cautivar, adular y engatusar de nuevo a su presa. Es probable que la víctima caiga en sus redes de nuevo, el vínculo traumático ha mermado tanto a la persona que lo sufre que este hecho es algo normal, pero pronto volverá a ser lo mismo de antes y las fases de explosión y luna de miel se sucederán una tras otra, reforzando y afianzando aun más el vínculo traumático.
Salir de todo esto es posible, con la ayuda adecuada, contactar con un profesional que guie y acompañe a la víctima es la mejor opción de hacer frente al vínculo traumático y así poder, no solo romperlo, sino asegurar que no se dé en posteriores relaciones sexoafectivas.
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